viernes, 10 de junio de 2011

El templo interior II (cristales)

En mi entrada de diciembre del 2010, mencioné la posibilidad de purificar y recargar cristales en el templo interior. Este método tiene varias ventajas.
La primera ventaja es el ahorro de tiempo. Mientras que con los métodos tradicionales se tarda entre uno y tres días en completar la operación, al hacerlo en el templo serán suficientes unos minutos sin mermar en lo más mínimo la eficiencia de los cristales.
Además de eso, no nos vemos limitados por las fases de la luna ni el hecho de que sea de noche puesto que, al tratarse de visualización, siempre tendremos disponibles en el templo cualquier fase requerida de la luna y la luz del sol.
El método purificador del agua salada puede dañar algunas piedras. Por ejemplo, la obsidiana nevada tiende a absorber parte de la sal y se vuelve blanquecina perdiendo su brillo definitivamente y algunos cuarzos se vuelven opacos por la misma razón. La purificación en el templo es mediante la visualización, con lo cual no tiene ningún efecto físico sobre las gemas.
La mayoría de los litoterapéutas aseguran que cada piedra ha de ser limpiada por separado. Pienso que esto es así porque al introducirlas en un líquido, la negatividad se estanca en este y puede interactuar con las propiedades de los otros cristales. Con la visualización no existe tal estancamiento puesto que el agua utilizada es corriente y todas las piedras pueden ser trabajadas a la vez. Lo mismo se conseguiría en un riachuelo real.
Para explicar el método, volveré a tomar como marco mi propio templo que describí en el anterior artículo. Es una técnica sencilla que requiere sin embargo constancia y fe en uno mismo. Además, insisto en que es primordial que cada cual adecue su templo a su propia personalidad y gusto.
Al entrar en mi templo, dedico unos momentos a disfrutar de él para sentirme en sintonía. Acto seguido, me dirijo a la pequeña catarata y me arrodillo ante el punto en que el agua ha horadado un “cuenco” en la roca al caer. Es en ese cuenco donde introduzco las manos sosteniendo las gemas bajo el agua. Poco a poco visualizo cómo el agua va limpiando las piedras. Para ello, imagino pequeños fragmentos de negatividad que se van desprendiendo de ellas y que son llevados por el líquido. Así hasta que los cristales queden completamente purificados.
Esos fragmentos serán llevados por el agua hasta la tierra que los reciclará y los usará en la forma que más le convenga. Es el momento de pasar a la segunda fase.
Para ello, me siento en el suelo con los pies descalzos bien apoyados. Visualizo cómo de mis pies salen gruesas raíces que se adentran en la tierra a la vez que se van dividiendo repetidamente en raíces cada vez más finas hasta formar un cepellón amplio y profundo. Cada una de esas raíces va absorbiendo lentamente energía de la tierra para conducirla hasta mi plexo solar (el esternón) donde se va almacenando.

A la vez, imagino que se abre una apertura en lo alto de mi cabeza, como si fuera el obturador de una cámara de fotos.


Por encima de mí, visualizo al sol o a la luna (según sea necesario) enviando su energía que entra en mi cuerpo por ese obturador, fluyendo hasta el plexo solar y mezclándose con la energía de la tierra ya almacenada. Entonces, a través de mis brazos y manos dirijo la energía híbrida hacia los cristales para cargarlos. Es importante tomarse su tiempo y visualizar cómo las gemas se van llenando poco a poco de energía hasta estar a tope.

Cuando las siento bien cargadas, cierro la apertura de mi cráneo para cortar el flujo de energía y retraigo las raíces de mis pies para cerrar ese canal también. Sacudo mis manos para devolver al templo el exceso de energía. Eso evitará muchos problemas de salud a la vez que hace al templo más poderoso y eficiente. Me levanto entonces y salgo sin prisas del templo para volver a esta realidad.
Obviamente, este método no es automático. Al principio costará un buen rato llevar a cabo toda la operación. Aún así, seguirá siendo más rápido que las técnicas tradicionales. Una vez acostumbrado a usar el templo, el tiempo invertido se reducirá considerablemente. Yo he llegado a purificar unas gemas en algo más de diez minutos y puedo asegurar que en nada se han visto mermados los efectos de los cristales.

Os animo a todas/os a que creéis vuestro propio templo interior. Veréis que váis a desarrollar vuestro poder de concentración y de visualización y además podréis serenaros facilmente cada vez que sintáis la necesidad.

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